Loscribió: Amarillo |
Ahí está, hoy me tengo que animar y hablarle.
- Hola ¿puedo?
- Eh… Sí, sentate.
- ¿Por qué esa cara de sorprendida? ¿Me vas a decir que nunca nadie se ofreció a acompañarte?
- No, nunca. Y hace un año y veinte días que vengo a este bar.
- ¡Epa! Algún acontecimiento relevante en tu vida se dio lugar en esos tiempos. Seguramente.
- Jaja. No. Simplemente estoy obsesionada con las fechas. No tengo una explicación racional del por qué. Dejame.
- ¡Te pusiste colorada! No es para tanto. Igual te digo que es demasiado tiempo sin que alguien venga y te declare su amor. Estás muy tentadora acá al lado de la ventana.
- ¿Esto lo tengo que tomar como una declaración de amor de tu parte? ¿O te sumás al montón de los poco originales?
- Me pusiste en aprietos, pero no quiero ser poco original. Lo único que me acobarda es eso de pedirle la mano a tu mamá.
- ¿Por qué no te la bancas? ¡Es una divina mi vieja!
- Sí. Cuando le conviene.
- Callate malo.
- Me callo, pero sabés que tengo razón. ¿Hoy a la noche qué hacés al final?
- Salgo con los de la facu.
- Siempre lo mismo con vos.
- ¿Qué te pasa nene?
- ¡Si sabés que no me banco que estés con ellos! Ese Felipe te tiene ganas, no lo quiero ver cerca tuyo.
- Estás exagerando.
- Hacé lo que quieras.
- No voy a ir, no me gusta que peleemos.
- No quiero que lo hagas por mí. Me gustaría que te des cuenta que sos una mujer comprometida, que ya eligió a su futuro marido y que no puede andar por ahí como cualquier chirusa.
- ¡Pará un poquito querido eh! Te estás desubicando demasiado.
- Tenés razón mi amor. Perdoname. Es que no soporto la idea de pederte.
- No sé por qué decís eso. Yo te amo.
- Yo también. Mucho. Por eso decidí aceptar lo que me propusiste el otro día.
- ¿Vos también querés que tengamos un hijo? ¡Mi amor! ¡Soy la mujer más feliz del mundo!
- ¡Estoy muy ansioso! No puedo esperar más.
- Faltan tres meses nada más chiquilín. Además no sé de qué te quejás. Vos no sos el que está gordo y feo.
- ¡Ay! No seas exagerada. Estás hermosa.
- En vez de hacerte tanto el buenito ¿por qué no le cambiás los pañales al nene? Estoy harta de hacer todo yo.
- ¡¿Todo vos?! ¿Quién se desloma todo el día trabajando para pagar lo que la señorita gasta hablando por teléfono todo el santo día con sus amigas? Y me quiero imaginar que son amigas y no algún tal Felipe…
- ¡Ah bueno! Lo único que faltaba. ¿Tenés el tupé de desconfiar de mí? Cuando vos, con ese trajecito de abogado, llegás tarde cada vez más seguido alegando tener un “caso importante”. Y yo acá sola con el nene, ayudándolo a hacer la tarea hasta cualquier hora.
- ¡Encima te hacés la víctima! ¿Cómo creías que era criar un hijo? Y bueno… también, con el ejemplo que tuviste.
- ¡No te metas con mi mamá! Nunca te hizo nada y nunca te la bancaste. Por lo menos no es una atorranta como fue la tuya, que en paz descanse.
- ¡Qué zorrita resultaste ser! Siempre haciéndote la buenita, con esa cara de nada. ¡No me arrepiento ni un poco haberte cagado!
- ¡Viste! ¡Yo sabía! Sos peor que tu vieja vos. ¡Andate!
- Sabés que no tengo drama en dejarte. El nene ya no es tan nene y me encantaría ver cómo te las arreglás para sobrevivir. Lo único que sabés hacer es quejarte.
- No te preocupes. Peor de lo que estoy ahora no voy a estar. Todo va a ser más fácil después de haber vivido con vos. Ya sé lo que es tocar fondo, nada me va a sorprender.
- Mejor así entonces, creo que es en lo único que estamos de acuerdo desde hace mucho.
- Sí, desde hace trece años y cinco meses.
- ¡Ese vicio de mierda sí que no lo voy a extrañar eh! Me hartás con este temita de recordar todas las fechas. Acordate bien de este día cuando te pregunten cuándo te quedaste sola.
Mejor no entro al bar. Ni loco meto a esta histérica en mi vida.
Me gustan las cosas simples.
- Hola ¿puedo?
- Eh… Sí, sentate.
- ¿Por qué esa cara de sorprendida? ¿Me vas a decir que nunca nadie se ofreció a acompañarte?
- No, nunca. Y hace un año y veinte días que vengo a este bar.
- ¡Epa! Algún acontecimiento relevante en tu vida se dio lugar en esos tiempos. Seguramente.
- Jaja. No. Simplemente estoy obsesionada con las fechas. No tengo una explicación racional del por qué. Dejame.
- ¡Te pusiste colorada! No es para tanto. Igual te digo que es demasiado tiempo sin que alguien venga y te declare su amor. Estás muy tentadora acá al lado de la ventana.
- ¿Esto lo tengo que tomar como una declaración de amor de tu parte? ¿O te sumás al montón de los poco originales?
- Me pusiste en aprietos, pero no quiero ser poco original. Lo único que me acobarda es eso de pedirle la mano a tu mamá.
- ¿Por qué no te la bancas? ¡Es una divina mi vieja!
- Sí. Cuando le conviene.
- Callate malo.
- Me callo, pero sabés que tengo razón. ¿Hoy a la noche qué hacés al final?
- Salgo con los de la facu.
- Siempre lo mismo con vos.
- ¿Qué te pasa nene?
- ¡Si sabés que no me banco que estés con ellos! Ese Felipe te tiene ganas, no lo quiero ver cerca tuyo.
- Estás exagerando.
- Hacé lo que quieras.
- No voy a ir, no me gusta que peleemos.
- No quiero que lo hagas por mí. Me gustaría que te des cuenta que sos una mujer comprometida, que ya eligió a su futuro marido y que no puede andar por ahí como cualquier chirusa.
- ¡Pará un poquito querido eh! Te estás desubicando demasiado.
- Tenés razón mi amor. Perdoname. Es que no soporto la idea de pederte.
- No sé por qué decís eso. Yo te amo.
- Yo también. Mucho. Por eso decidí aceptar lo que me propusiste el otro día.
- ¿Vos también querés que tengamos un hijo? ¡Mi amor! ¡Soy la mujer más feliz del mundo!
- ¡Estoy muy ansioso! No puedo esperar más.
- Faltan tres meses nada más chiquilín. Además no sé de qué te quejás. Vos no sos el que está gordo y feo.
- ¡Ay! No seas exagerada. Estás hermosa.
- En vez de hacerte tanto el buenito ¿por qué no le cambiás los pañales al nene? Estoy harta de hacer todo yo.
- ¡¿Todo vos?! ¿Quién se desloma todo el día trabajando para pagar lo que la señorita gasta hablando por teléfono todo el santo día con sus amigas? Y me quiero imaginar que son amigas y no algún tal Felipe…
- ¡Ah bueno! Lo único que faltaba. ¿Tenés el tupé de desconfiar de mí? Cuando vos, con ese trajecito de abogado, llegás tarde cada vez más seguido alegando tener un “caso importante”. Y yo acá sola con el nene, ayudándolo a hacer la tarea hasta cualquier hora.
- ¡Encima te hacés la víctima! ¿Cómo creías que era criar un hijo? Y bueno… también, con el ejemplo que tuviste.
- ¡No te metas con mi mamá! Nunca te hizo nada y nunca te la bancaste. Por lo menos no es una atorranta como fue la tuya, que en paz descanse.
- ¡Qué zorrita resultaste ser! Siempre haciéndote la buenita, con esa cara de nada. ¡No me arrepiento ni un poco haberte cagado!
- ¡Viste! ¡Yo sabía! Sos peor que tu vieja vos. ¡Andate!
- Sabés que no tengo drama en dejarte. El nene ya no es tan nene y me encantaría ver cómo te las arreglás para sobrevivir. Lo único que sabés hacer es quejarte.
- No te preocupes. Peor de lo que estoy ahora no voy a estar. Todo va a ser más fácil después de haber vivido con vos. Ya sé lo que es tocar fondo, nada me va a sorprender.
- Mejor así entonces, creo que es en lo único que estamos de acuerdo desde hace mucho.
- Sí, desde hace trece años y cinco meses.
- ¡Ese vicio de mierda sí que no lo voy a extrañar eh! Me hartás con este temita de recordar todas las fechas. Acordate bien de este día cuando te pregunten cuándo te quedaste sola.
Mejor no entro al bar. Ni loco meto a esta histérica en mi vida.
Me gustan las cosas simples.
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